lunes, 23 de abril de 2007

Antes del Atardecer


Corría el año 1994, cuando Richard Linklater ofrecía al mundo una pelicula distinta, Antes del Amanecer (Before Sunrise). Un argumento sencillo, dos jovenes de viaje en Interail, que pasan un dia juntos y se enamoran. Una promesa. Verse en seis meses, en ese mismo lugar, en un anden de una estación de tren de Viena.


Nueve años después, Richard Linklater volvía con Antes del Atardecer, una secuela de la anterior película. Podría haber sido mala, haber decepcionado a sus seguidores o no estar a la altura, se sabe, que segundas partes nunca fueron buenas. Ese refrán queda obsoleto con esta segunda parte, porque - y coincido con el clamor popular de sus seguidores- es mejor si cabe que su antecesora.


Los dos jovenes que se enamoraron en Viena, Céline y Jesse son ahora más maduros, asentados en la treintena y con vidas totalmente distintas. La antaño romántica Céline es ahora una activista ecologista parisina, con un deje neurótico y escéptico. Jesse, ese bohemio y frivolo joven, se ha casado, tiene un hijo, es escritor, y además de todo, un romántico incurable que vive una vida que no le hace feliz. La vida cambia a las personas. Asistimos a un encuentro en Paris en tiempo real (la pelicula sólo dura 80 minutos), mientras Jesse , asiste a una pequeña tertulia literaria en una libreria de la capital. Céline acude a verlo y de paso nos enteramos si se encontraron o no después de esos seis meses. Respuesta negativa. Jesse y Céline, en algo más de una hora (tiempo que queda a Jesse para coger su vuelo rumbo a Estados Unidos), se reencontraran, discutirán, hablarán de lo divino y de lo humano y finalmente llegarán a descubrir que, eso que surgió nueve años antes, sigue ahí, inmutable, aguantando el paso del tiempo.


Mejora a su antecesora por varias razones. El duo Ethan Hawke- Julie Delpy es sinónimo de éxito. Tienen química, se conocen, se quieren y se transmite en pantalla. Nueve años han hecho evolucionar a sus personajes y a ellos como actores. A uno le da la sensación de estar espiando una conversación entre ellos, donde se respira la naturalidad. la confianza y la magia. Se nota además que el guión es cosa suya, ya que fueron ellos mismos los guionistas del film, junto a Linklater. Otra razón es su ambientación y fotografía. Aciertan de pleno ambientándola en Paris, ya que cada plano (de larga duración todos ellos) es una tesoro en si mismo. Los cafés parisinos, el otoño, los parques interiores, la orilla del Sena...Todo en colores ocres y amarillos que evocan el atardecer.


Podría seguir enumerando las razones pero me quedaré con su final. Final mágico, final que confunde, final que no te decepciona, final que deseas. Un final que no entiendo, pero que me encanta.


Esta película demuestra que con poco se hace mucho. Un guión a dos, sencillo, espontáneo, natural y maduro. Dos actores en estado de gracia. Una ciudad de ensueño y ochenta minutos para disfrutarlo.


Aviso: Si la veis (si, si, si), por favor en versión original, porque como siempre, el filme gana en matices.

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"Es imposible hacer una buena película sin una cámara que sea como un ojo en el corazón de un poeta." Orson Welles

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De mi no diré nada, tan solo que tengo tanto amor por el cine como por la vida, quizá porque el cine es, a veces, reflejo de la propia vida. Aqui se hablará de aquellas peliculas que me han llegado, que me han provocado emociones positivas. Asi disfrutad del septimo arte, una de las pocas cosas que nunca se acaban